Este día
no menos noche
que su víspera,
por estas calles
sin orden ni número,
sin eco,
donde juegan
sus huérfanos,
se nombran
con mi nombre,
entre palabras
desordenadas.
Tan real
como aquel
que acompañó mi días
hasta el suspiro
y hoy camina a mi lado.
El día y la noche
se fundieron
en un barranco,
donde yacen
padres,
preceptos,
palabras consentidas,
y se filtran entre las yemas
de una anciana
de gestos duros,
hilando palabra nueva.