Te evaporas,
y no hay delirio
capaz de inventarte.
Sin esos pasos
hilvanados en mantra,
sin los rostros
demorados entre postigos,
en puntillas,
que dibujan con una pestaña
tu ir y venir
entre plaza y barranco,
no alcanza un mapa
que pruebe tu existencia.
Sin ellos, sin mí,
somos adoquín,
zaguán,
espera muda, graffiti,
desencuentro.