Te vi
perfumada de lavanda,
tu grito más secreto
apagado bajo la nieve;
alta,
deshilachada en una nube,
vencida.
La ominosa soledad del mundo
anidó bajo tu piel;
en tus pupilas
rostros,
máscaras, rituales.
Te encontré atravesada,
desperdigada;
insuficientes los brazos
para reunirte,
palabras disipadas
filtraron la inmensidad
de tus grietas.
Pero no supe verte,
vestida de humanidad.