El tema de las hormigas

noche

Se que está allí, mirándome por la mirilla. Y vuelve la tentación de pararme de frente a la puerta, sonreír y saludarla. Pero sería una abierta declaración de guerra. Así que sigo el juego, así como ella. Desde esa posición privilegiada por ocupar el único departamento de la planta baja, Irma Sanz lleva el control de lo que sucede en el hall de entrada, quién ingresa, con quién habla, quién sale. Siempre se jactó de ser la primera propietaria en llegar al edificio y se erige como la voz del edificio. Recuerdo que cuando, hace unos años, los problemas de inseguridad aumentaron en el barrio y propuse colocar una cámara de seguridad que pudiera conectarse con los televisores de cada departamento, la de ella fue la primera voz que se escuchó en contra de la propuesta. Supuse, entonces, que sintió que su lugar de preeminencia como vigía y guardiana quedaba amenazado.

Luego de traspasar la puerta de entrada, hay siete escalones hasta llegar al hall de planta baja, a la puerta de entrada del departamento de Irma Sanz y al acceso a la escalera que lleva a los otros departamentos. Los siete escalones, más los dos de la entrada, ubican al hall a casi tres metros por encima de la altura de la vereda. Eso también es una ventaja para ella. Desde la ventana que da a la calle, casi siempre con las persianas bajas, se suele ver su silueta entre las rendijas que dejan los listones de la persiana.

El hall no es muy amplio. Berta Kovac trae su banquito de plástico, Don Anselmo se mantiene de pie, quejándose del dolor de rodillas, pero se apoya en el pasamanos de la escalera como si fuera la barra de la taberna. Irma Sanz también se mantiene de pie desde la puerta de su departamento, perfectamente erguida. El resto de los copropietarios se sientan en fila en la escalera. Ya es toda una postal que se sostiene reunión tras reunión. Postal que me incluye detrás de este escritorio, que en su momento era ocupado en las tardes por el encargado. A pesar de lo pequeño del hall, han decidido mantenerlo. Cuando me hice cargo ya se había decidido prescindir de un encargado permanente. Imagino que habrá sido decisión de la Sra. Irma conservar el escritorio. En ese punto la aplaudo. Es un escritorio pequeño, de madera oscura y con una tapa de cuero que, aunque está un poco gastada, se conserva bien. En un extremo hay una lámpara tipo banquero, con pantalla color verde, que me encanta.

Faltan unos minutos hasta el primer llamado. Prefiero venir con tiempo, acomodar los papeles, colocarlos según el orden del día. El cambio del pago de expensas de efectivo a transferencia bancaria fue una gran solución. Eso me evita mucha complicación, aunque se sigan quejando.

Veamos. Balance, deudas por el pago de expensas, limpieza del frente, el reemplazo de las lámparas de las áreas comunes por nuevas de bajo consumo y el tema de las hormigas. De todos modos, por más que ponga los temas críticos hacia el final de la reunión, para ellos todos terminan siendo temas para conflicto.

Nunca falla. Ya es la hora del primer llamado y no llegó nadie. No se oye el menor ruido.

La deuda de los del 2a ya alcanza a nueve meses. Me cae bien el matrimonio, pero tendremos que tomar alguna decisión. Creo que se llama Federico y Vanesa o Valeria su mujer. Sí me acuerdo del nombre de la beba, Maia. No se si estarán al día con el pago del alquiler. Por ser inquilinos, no asisten a las reuniones. Tampoco lo hace Giménez, el dueño. Pero si arrancamos con las obras de hidrolavado del frente, habrá que ponerse firmes con los deudores. En eso Shimabukuro es el mas rígido siempre. Ahora que lo nombro oigo bajar la cortina metálica. El Sr. Shimabukuro siempre se suma a la reunión al cerrar el local de la esquina, donde repara todo tipo de artefactos eléctricos. A pesar de su edad, su cabellera es tupida y completamente blanca. Su sonrisa parece dibujada con un trazo indeleble, que hace que su mentón se vea aún más pequeño de lo que es. Será por eso por lo que es tan cortante al hablar.

Seguramente se quejen del aumento en el rubro limpieza. Pero aumentaron las cargas sociales, decretaron aumento de sueldo y se suma el aguinaldo. Además, también aumentaron los productos de limpieza. Después de todo, los gastos no son tantos. No hay ascensor ni encargado permanente. Justina trabaja medio día, de modo que no es un salario exorbitante. Verla trabajar me produce una gran admiración. Es absolutamente metódica. Mantiene la rutina de limpieza como si estuviera escrita por ley. Arranca por la terraza y va bajando. Sube la escalera por la derecha y baja por la izquierda. Es muy callada y siempre habla con la vista baja. La imagen de Justina limpiando, lustrando o pasando el plumero con la mirada fija en el suelo o en lo que la ocupa en cada momento, mientras una o mas vecinas se van sumando a una conversación a la que responde con sonidos guturales y monosílabos, se repite cada día con mínimas variantes. Las vecinas van siguiendo el recorrido que ella traza mientras continúan la conversación, que fluye de un tema al otro.

Dicen que el tema de las hormigas se inició en uno de esos encuentros de escalera. A mi me llegó la noticia de boca de la Sra. Berta Kovac, del 1B. Desde que murió Antón, su marido, hace unos meses, la Sra. Berta me ha llamado infinidad de veces a la administración por todo tipo de reclamo. Antes era él quien participaba de las reuniones, pero desde su muerte, Berta es quien participa y hasta pareciera ser la portavoz de la Sra. Irma. Fue ella quien me comunicó el tema de las hormigas y hasta casi me intimó a que lo resolviera de inmediato. En la siguiente reunión también me interrumpió apenas iniciada para que tratáramos el tema en primer lugar.

En esa ocasión casi nadie se sumó a la alarma encendida por ella. Don Anselmo, del 1 A, dijo claramente que, si cada uno mantenía su casa limpia y libre de restos de comida y migas, no pasaría nada. Lo dijo y rio, acodado en el pasamanos de la escalera y acariciándose el abdomen, mientras recorría con su vista las miradas poco amigables de sus vecinos.

Como en todo edificio, se repite el mismo patrón. Es como una pirámide. Los antiguos residentes, arriba; en el medio los nuevos, y en la base, los otros. Los otros son los inquilinos.
La Sra. Berta volvió a increparme y preguntó que haría la administración para solucionar el tema. Además, volvió a plantear la cuestión de la limpieza de los departamentos y, con un movimiento oscilante de la cabeza y los hombros, resaltó, separando en sílabas el asunto de los “rui-dos –mo-les-tos”, mirando hacia el Sr. López a secas. Los López son un matrimonio con dos hijos adolescentes que para la clasificación piramidal corresponden a la franja media. El departamento de la Sra. Berta Kovac está justo debajo de ellos. La expresión del Sr. López se incendió apenas oyó la insinuación. Pero rápidamente intervino la Sra. Irma, llevando la atención a la posibilidad de que el origen de las hormigas estuviera en el departamento de portería, en el tercer piso. El Sr. Quispe, que ocupa ese departamento, está en la base de la pirámide. Alquila el departamento que le correspondía al encargado y por tanto no participa de las reuniones de consorcio. Se llama Luis Quispe, aunque la Sra. Irma habla de él como el joven de la portería. Tendrá unos treinta y pico de años, vive solo y trabaja en el subte. Es muy reservado. Las pocas veces que lo vi, con su uniforme de trabajo color azul con tiras amarillas, llevaba libros y papeles bajo el brazo.

La Sra. Maruxa López Ulloa, esposa de Anselmo, me comentó que además es escritor. La Sra. Irma dice que “las hormigas y vaya uno a saber cuantas plagas mas, deben venir de lo que ese hombre almacena allí”.

A la Sra. Berta le sugerí, para distraer la atención y las acusaciones contra Quispe, que evaluaríamos opciones.
Ya es la hora y aún no se oye nada. Seguramente siguen cada uno detrás de la puerta de su departamento, esperando que alguien tome la iniciativa.

La suspensión del envío de la liquidación de expensas en papel será otro tema de larga discusión hoy. Por más que me avale un decreto, no imagino a los López Ulloa teniendo cuenta de correo electrónico y desplegando la liquidación en formato pdf. No me olvido de que fue él, Anselmo López Ulloa, quien propuso varias alternativas para eliminar las hormigas, luego de que leyera las opciones de costo de empresa de fumigación que llevé a la reunión, tal como me había comprometido. Sus propuestas incluían extravagancias como verter agua con detergente para que queden atrapadas en las pompas de jabón, poner talco o bórax mezclado con agua y azúcar, entre otras, todas ellas alternativas que en su casa de infancia habían funcionado y que fueron inmediatamente cuestionadas y descartadas por el Sr. Shimabukuro.

En lo personal, creo que hasta no dar con el nido y exterminar a la reina, no será posible que la colonia desaparezca.

Una hormiga pasa frente a la puerta de la Sra. Irma Sanz. Escucho una puerta que se abre y se cierra en el segundo piso. Ya se irán oyendo las réplicas y la fila de copropietarios comenzará el descenso por la escalera.